AL FONDO A LA DERECHA
EL ÚLTIMO QUE PAGUE LA LUZ... (Si puede)
Unipersonal de Enrique Pinti (79)
Enrique Pinti con sus
setenta y nueve años tiene una larga historia de éxitos tanto en el cine, el
teatro, la televisión y la radio. Posee una larga lista de premios que lo
posicionan en un lugar de privilegio en la cultura argentina. Sin duda que no
tiene pelos en la lengua para decir lo que siente y de una forma muy cómplice el público festeja sus ocurrencias. Integró el elenco de aquella huella de
la cinematografía que se llamó “Esperando la Carroza” y entre sus trabajos más
renombrados en el teatro se puede citar a: “Salsa Criolla”, “Pinti Recargado”, “Pericón
punto com. ar”, “Pan y Circo” etcétera, etcétera, etcétera. No hay duda que
como autor nunca dejó su pluma o su teclado en paz. Estudió el profesorado de castellano, literatura y latín y como
comediante resaltan sus monólogos, extensos, completos, e irónicos. Investiga,
lee y escribe todo lo que pasa en el país y se empatiza con su público fiel
seguidor en cada emprendimiento que realiza.
“Al Fondo a la Derecha” es su última creación unipersonal,
comienza cantando como también lo ha hecho en algunas comedias musicales que el
mismo escribió, actuó y dirigió. Dice él que le puso ese nombre porqué metafóricamente
al fondo a la derecha es donde se encuentra el baño y los gobiernos argentinos allí es donde nos mandan, a defecar (obviamente que no
usó esa palabra). La grieta que vive el país la aborda desde el primer minuto
de la historia argentina, es decir que se remonta a la revolución de Mayo de 1810 cuando se dio el primer grito de libertad en la América colonial española.
Luego recorre distintos episodios de enfrentamientos entre hombres y partidos políticos
hasta llegar a nuestros días. Reproduce algunos momentos de sus obras anteriores.
Habla de las crisis argentinas, un tema que podría llevarles varios días, pero
que él remata con algún latiguillo de humor. Se estrenó en Buenos Aires y en la
época estival sale de gira por los distintos centros turísticos y el publico le responde a sala llena.
Enrique Pinti, habla, habla y habla. Hay que seguir esa
articulación veloz para no perderse ningún párrafo de su argumento. Aunque sus
seguidores superan los cincuenta años, y muchos de sus testimonios ya son muy
conocidos o ya fueron usados en espectáculos anteriores.
El show es muy básico. Pinti llegó con una pequeña cartera donde guardó toda su escenografía: Una taza de café vacía (según él por la crisis) y un vaso de agua. El vestuario lo trae puesto de su casa y la musicalización y sonido dejan mucho que desear. Toda la obra la realiza sentado con una iluminación insuficiente. El público lo sigue atentamente riéndose con cada remate. A medida que transcurre el tiempo, el uso de “malas palabras” es el único y escaso recurso para hacer reír. De repente cuando llega hasta nuestros días en ese recorrido histórico de conflictos y peleas de la historia argentina, el sonidista vuelve a poner música (como al comienzo). Pinti canta nuevamente, como lo hacía en aquellas comedias musicales. El público se motiva, y aumenta su ánimo. El iluminador enciende las luces de la sala. Pinti se levanta y saluda. Al unísono en la platea, los espectadores nos miramos y nos preguntamos ¿Terminó?, ¿Terminó? Se escuchaba por todos lados y con caras absortas e incomprensiblemente defraudadas ya que solo habían pasado solamente cincuenta minutos y la obra parece inconclusa.
Vuelvo al título “Al fondo a la derecha” metafóricamente está el baño. Lo hicieron los gobiernos y esta vez lo hizo Pinti con nosotros… el también nos cag´ . Le pagamos una entrada con una ilusión y nos devolvió una historia trillada, repetitiva, y con la única y escasa manera de hacer humor: diciendo guarangadas.
“Que el último que pagué la luz (o la entrada) si puede".
El show es muy básico. Pinti llegó con una pequeña cartera donde guardó toda su escenografía: Una taza de café vacía (según él por la crisis) y un vaso de agua. El vestuario lo trae puesto de su casa y la musicalización y sonido dejan mucho que desear. Toda la obra la realiza sentado con una iluminación insuficiente. El público lo sigue atentamente riéndose con cada remate. A medida que transcurre el tiempo, el uso de “malas palabras” es el único y escaso recurso para hacer reír. De repente cuando llega hasta nuestros días en ese recorrido histórico de conflictos y peleas de la historia argentina, el sonidista vuelve a poner música (como al comienzo). Pinti canta nuevamente, como lo hacía en aquellas comedias musicales. El público se motiva, y aumenta su ánimo. El iluminador enciende las luces de la sala. Pinti se levanta y saluda. Al unísono en la platea, los espectadores nos miramos y nos preguntamos ¿Terminó?, ¿Terminó? Se escuchaba por todos lados y con caras absortas e incomprensiblemente defraudadas ya que solo habían pasado solamente cincuenta minutos y la obra parece inconclusa.
Vuelvo al título “Al fondo a la derecha” metafóricamente está el baño. Lo hicieron los gobiernos y esta vez lo hizo Pinti con nosotros… el también nos cag´ . Le pagamos una entrada con una ilusión y nos devolvió una historia trillada, repetitiva, y con la única y escasa manera de hacer humor: diciendo guarangadas.
“Que el último que pagué la luz (o la entrada) si puede".
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