“Muerto antes que sencillo”
Una obra de teatro que se
exhibe en el Teatro de la Comedia con Pablo Zunino y Silvia Armoza.
Buenos
Aires tal vez sea capital mundial del psicoanálisis donde el “diván” reafirma
que allí viven la mayor cantidad de psicólogos per cápita del mundo. Ya en la sala de espera, antes de entrar al
teatro se percibe un ambiente así. Es inconfundible el reconocimiento de unos y
de otros. Hasta parece curioso que a sala llena (recinto underground del
prestigioso teatro) el actor luego de su obra realice una encuesta a mano
levantada preguntando “¿Quién es psicoanalista, psicólogo, psicopedagogo,
estudiante de la carrera, etc, etc, o paciente?” A los que recomienda difundir
si gustó entre los amigos o propagar entre los enemigos si desagradó.
O sea, cada uno sabrá,
después de esta aclaración, si se lo recomendaron, si tiene amigos o enemigos.
Una sala oscura, subterránea,
armonizada con un escenario simple, una línea de sillones en la primera fila,
luego tres hileras de cuatro mesas con cuatro sillas, ideal para beber o comer
algo, y finalmente cuatro filas de butacas. Un lugar pequeño que semana a
semana logró que la obra El Dr. LACAN haya llegado a los ocho años de
funciones.
Un guion muy particular con
saltos escénicos no concordantes. Por momentos parecía una comedia donde el público,
podría llegar a ser un protagonista, pero las ideas se desvanece en monólogos propios
del psicoanalista. Cierta picardía le da Silvia Armoza que interpreta a Gloria,
la secretaria española de Lacan. Con su francés pobre en la dicción pero rico
en la interpretación era quien conocía más al complejo doctor y remarcaba sus
torpezas y caprichos como una madre que pretende educar a su hijo adolescente.
Su simpleza para decir las cosas estaba dado por la experiencia de la observación
de su jefe y la perfecta llegada con claridad a los pacientes y otros
profesionales que Lacan no tenía. Tan complejo era Lacan que ni él mismo se
entendía.
Tiene algunas tibias intenciones
de despertar el humor pero un guion pobre, autorreferencial, y biográfico lo
encasillan solamente en un previsible contraste entre el
sentido común de la secretaria y cierta torpeza del pensador para solucionar
algunos asuntos cotidianos.
Por momentos la obra, recordó a un sketch de un contratista y un peón
interpretado por Edie Pequenino y Alberto Olmedo cuando el “Italiano” con palabras
complejas y frases extensas detallaba un trabajo a realizar y ante la incomprensión
inentendible lo consultaban al “negro cordobés” y este traducía sencillamente con un “le está diciendo que tiene poner un
tornillo”.
Pablo Zunino autor, director y autor de la obra, sin duda compró un
personaje que él mismo se creyó. Él es Lacan: complejo, orgulloso, centro del
mundo y si lo entienden o no da lo mismo.
Dicen que Lacan es más conocido y leído en Buenos Aires que en París.
Eso explica ocho años de sala underground llena. Si es paciente tal vez se
encuentre con su analista, si es psicólogo tal vez se encuentre con un
compañero de la facultad.
Muy buena observación de la obra....
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